El viñedo es un ser vivo y como cualquier cosa viva requiere nutrientes adecuados de manera constante. Nosotros por ejemplo necesitamos distintas vitaminas, pero no es lo mismo tomarlas como rutina cada mañana que hacerlo solamente cuando enfermamos. Es evidente la diferencia. Los médicos recomiendan una dieta diaria óptima para que el cuerpo tenga un balance saludable, sin embargo, es cierto que dependiendo de la genética, edad, condiciones de salud, etc, a veces obtener ese equilibrio no es tan sencillo. Casi todos tenemos información básica de los nutrientes que necesitamos para vivir –el hierro que lleva el oxígeno a todo el cuerpo, el calcio que es imprescindible para fortalecer los huesos, el magnesio que es muy importante para el corazón, los dientes y los huesos, etc. Bueno, del mismo modo funciona el viñedo, con la diferencia de que podemos estudiar los requerimientos específicos de sus suelos y el medio ambiente que lo rodea, descubriendo así cuáles son los nutrientes ideales para cada vid en específico. Hay distintas maneras de abonar con buenos nutrientes a los viñedos, pero también hay plantas que se nutren mutuamente. Mencioné en el último boletín sobre la práctica de “Las Tres Hermanas,” Aquí, que consiste en plantar juntas: habas, calabazas y maíz –imprescindibles en la dieta americana. Hoy quiero hablar de cuáles son las prácticas simbióticas para nutrir un viñedo y ayudarlo a crecer de la manera más sana posible. Los cover crops, o cultivos de cobertura, son una herramienta agrícola poderosa utilizada para mejorar la salud del suelo, controlar la erosión y manejar la biodiversidad en los viñedos.
He hablado antes de la importancia de la salud y de mantener el equilibrio en los organismos vivos de manera constante a lo largo del tiempo. Alguien de edad avanzada que conserva una buena salud logra una meta muy especial, por que en la vejez seguirá activo y pleno en experiencias. Para un viñedo es lo mismo, el más longevo, equilibrado y sano producirá el mejor vino. Viñas jóvenes producen fruta, pero jamás alcanzarán la excepcional calidad del vino que procede de vides viejas y bien nutridas y desde luego que para lograrlo el manejo sostenible del suelo es clave para su éxito y longevidad.
El Trébol encarnado Fuente: https://www.capitalpress.com/ag_sectors
Una vía sostenible del manejo saludable es plantar cover crops entre las vides con plantas que benefician al viñedo. Implementar cultivos de cobertura es una inversión inteligente para un viñedo más resiliente, productivo y ecológicamente equilibrado. El primero más común son las leguminosas porque fijan el nitrógeno en el suelo. A través de una relación simbiótica con bacterias en sus raíces, las leguminosas convierten el nitrógeno del aire en una forma utilizable por las plantas. Las leguminosas, como la alfalfa, el trébol, y el veza son una opción popular para los viticultores. Esto también ayuda con la reducción de fertilizantes químicos porque disminuye la necesidad de fertilizantes nitrogenados externos, y mejora la estructura del suelo; sus raíces profundas ayudan a descompactar el suelo y mejorar la infiltración de agua. El nitrógeno es abundante en el aire, pero hasta que se fija en el suelo, no es utilizable por la viña. Sabiendo que esto es un elemento crucial para llevar a cabo el proceso de la fotosíntesis y también para que la fermentación termine, las leguminosas son cultivos valiosos en cualquier viñedo.
Las gramíneas ayudan con el control de erosión y estabilidad del suelo: el centeno, la cebada, y la avena, ofrecen una excelente fuente de potasio (un elemento esencial que puede aumentar los rendimientos y también para que crezca bien la levadura indígina en la piel de la uva), que dan protección contra la erosión y mejoran la retención del agua en el suelo. Además, aumenta la producción de materia orgánica. Al descomponerse, éstas plantas tienen una base rica de carbón y enriquecen el suelo con nutrientes esenciales.
El Centeno Fuente: https://brettyoung.ca/seed-production/perennial-ryegrass/
Las crucíferas, como el rábano tiene raíces que penetran profundamente en el suelo. Las raíces robustas rompen las capas compactadas del suelo, mejorando la aireación. Estas plantas compiten eficazmente con las malezas y controlan las plagas y nematodos: Algunas crucíferas liberan compuestos bioactivos que ayudan a controlar organismos dañinos en el suelo.
Al final, una de las razones más importantes para plantar cultivos de cobertura es por las flores que producen. La viña no es una planta que requiere abejas para polinizar. Es una planta autopolinizada. Sin embargo, hay varios insectos beneficiosos a los que les gustan las flores de los cultivos de cobertura y matan a las especies invasivas como los ácaros y cochinillas entre otros. Las plantas que son especialmente beneficiosas para llamar la atención de estos insectos beneficiosos son trébol, alforfón, y aliso.
En la década de 1940 y 1950 el concepto de Manejo Integrado de Plagas (IPM, por sus siglas en inglés) fue una respuesta al creciente uso de pesticidas sintéticos después de la Segunda Guerra Mundial. Su desarrollo fue impulsado por la necesidad de manejar de manera sostenible las plagas agrícolas, evitando los efectos negativos del uso excesivo de productos químicos, la resistencia de plagas y el daño ambiental. Sin embargo, éstas prácticas estaban enfocadas en controlar más las plagas y no tanto en los nutrientes.
La diferencia fundamental entre cover crops (cultivos de cobertura) y el IPM radica en su propósito y enfoque dentro de las prácticas agrícolas sostenibles. Ambos conceptos están relacionados con la salud del viñedo, pero sus objetivos específicos son distintos.
Todos estos conceptos realmente se basan en la idea de la biodiversidad y sus beneficios. Hace menos de 200 años, no existían herbicidas ni pesticidas. Habían maneras naturales para ayudar con la polinización o intentar matar un insecto que diezmaban una huerta. Desde hace milenios es del conocimiento popular que un viñedo o un huerto va a ser más sano cuando existen otras plantas que se nutren y se benefician entre sí. La práctica del monocultivo es muy reciente y ya hemos visto el desastre que puede traer. Tener cientos o miles de hectáreas dedicadas a un tipo de cultivo puede diseminar una plaga en muy poco tiempo. Puede matar a cientos de miles de plantas en un par de semanas y en el caso de los viñedos, puede pasar una plaga (como la filoxera o la enfermedad de Pierce) de un vecino a otro en menos de una temporada. En éstos casos hay pocos remedios, por lo que es importantísimo mantener los suelos sanos para dar así a las viñas todos los nutrientes posibles y aumentar con ello su resistencia. Esto es parte de la teoría de IPM pero también existen otros conceptos para cada tipo de agricultura sostenible, desde IPM hasta orgánica e incluso biodinámica.
Los cover crops se utilizan principalmente para mejorar el suelo, manejar nutrientes, y contribuir a la sostenibilidad general de la finca. El uso estratégico de cover crops en viñedos no sólo mejora la salud del suelo y la productividad de las vides, sino que también contribuye a un enfoque más sostenible de la viticultura. La selección del cultivo adecuado debe basarse en los objetivos específicos del viñedo y las condiciones locales del suelo y el clima. Desde las leguminosas que actúan como “fertilizantes vivos”, y las gramíneas que dan humedad, aire y fortalecen a las raíces y la tierra, hasta el IPM que implementa estrategias más sostenibles, la biodiversidad mejora la calidad del suelo y del medio ambiente rodeando a un viñedo, y los cultivos de cobertura son uno de los primeros en nutrir al viñedo.